Todavía nos espera un mar en calma

Tomar un taxi y no detenerse hasta ver el mar,
cualquier mar, descubrir si todo este mundo también es un laberinto.
Descubrir las leyendas que sólo conocen los taxistas,
leyendas de putas que se transforman en abogados a medianoche,
seguir sin él cuando se le terminen las historias.
Respirar hasta que nuestro pulmones exploten, morir sin dejar testamentos,
dormir en la sala de un cine vacío, en un pueblo
donde proyecten siempre la misma película
y te dejen cocinar tus propias palomitas.
Soñar con un mundo donde
todas las bombas estén en anaqueles demasiado altos,
un mundo donde nadie pueda, queriendo o sin querer, dejarlas caer.
Detenerse cuando las ruedas del carro se rompan,
justo frente al mar. Pescar comida para ti,
escribirnos mensajes en los vidrios empañados
mientras la música suene en el estéreo
hasta que la batería se muera, y nosotros...