Lo que (no) nos espera al final del laberinto

Dar un primer paso, un segundo y un tercero.
La puerta sigue ahí atrás, la salida está al alcance del ojo.
La oportunidad de escupirle el ojo a la vida,
de hacer más con menos, de soñar a plazo fijo.
Una vuelta a la izquierda que te lleva
a la entrada de una casa que no es tuya,
que quisieras que fuera tuya.
La salida sigue atrás de ti,
subir te cuesta tres vueltas más.
Los dos ojos que abren la puerta
y súbitamente la salida no está allí,
o ya no importa, que es lo mismo.

Humedad y dolor en un estómago
que
no
es
un
estómago.

Escaleras abajo, no sé dónde estoy.
No quiero encontrar la salida,
el minotauro no sabe que estoy ahí,
pero su tesoro siempre será suyo,
sin importar que tan alto puedas gritar.

Los laberintos son el infierno,
tal vez tú seas el infierno...
un infierno para dos,
en el que sólo estoy yo solo.

Es hora de dar otra vuelta a la izquierda...