Un día te levantaste y algo en el espejo ya no es lo que era antes. Puede ser una cana, una cicatriz que no se puede maquillar o la sombra detrás de los ojos que te grita: "Haz algo, te vas a morir".
Nadie paga por eso cuando lo mandan a la vida, pero también nadie lee las letras pequeñas.
Es hora de escribir más, de reír más, de emborracharse más, pero también de vivir una vida más medida, porque el tiempo se nos está acabando y cada día que no hagas algo digno de recordarse es un cartucho quemado en tus oportunidades de dejar una marca en este hotel de paso que llamamos vida.
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